Juan Carlos Ruiz Guadalajara | Desinformémonos
En 1995 la compañía minera canadiense Metallica Resources Inc., a través de su filial Minera San Xavier (MSX), adquirió la concesión para explotar las reservas de metal precioso en lo que fuera el antiguo Potosí de la Nueva España, ubicado en el Cerro de San Pedro, histórica población fundada en 1592. Tras cuatro siglos de explotación minera las vetas del Cerro de San Pedro estaban agotadas. Así, en las postrimerías del siglo XX, esta población se había preservado en su traza original y su centenaria actividad había legado a la sociedad una serie de vestigios históricos de primera importancia. No sólo se preservaba el Cerro Potosí y su entorno, sino también dos templos del siglo XVIII que habían sido declarados monumentos nacionales en 1972, además de 100 estructuras arquitectónicas de valor histórico con un prometedor potencial turístico y económico.
Para entonces el poblado era cabecera de un municipio considerado de alta marginación, aunque vecino del municipio de San Luis Potosí, el más rico e industrializado de todo el estado. La mancha urbana de la capital del estado se encontraba en ese año a tan sólo cinco kilómetros de la histórica cabecera sanpetrense. En 1993 el ejecutivo estatal declaró a Cerro de San Pedro como zona de restauración y preservación de la vida silvestre por 20 años. Se trataba de una primera iniciativa para proteger las especies de fauna del semidesierto así como una serie de cactáceas endémicas en peligro de extinción. El decreto también tenía como objetivo preveer la protección de Cerro de San Pedro como reserva ambiental de todo el valle de San Luis, con más de un millón de habitantes y con severos problemas de agua. Con ello la sociedad potosina había dado los primeros pasos para revalorar a Cerro de San Pedro como patrimonio histórico y ambiental de la nación. Inclusive el INAH había clasificado el patrimonio histórico del pueblo y dejó preparada la última versión de un decreto presidencial para elevar el sitio a zona de monumentos históricos, decreto que nunca fue firmado por Ernesto Zedillo. Mas información en:
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